Rafael Arozarena

De Alto crecen los cardos

VI

Altos crecen los cardos,

brillantes y espinosas

inútiles espuelas

para ti, isla muerta,

tiempo, caballo muerto.

Altos crecen, se clavan

cual encendidas uñas

en esta carne inmóvil

que yace desterrada,

en estos ojos ciegos

abiertos todo el día,

en esta mansedumbre

de todos los humildes.

 

Mirad corceles mancos,

mirad aves sin alas,

mirad hombres heridos

clavados en la espina

del cardo luminoso.

Y aquí en los pies, la tierra,

la dura infértil roca,

y aquí en los ojos alas

ardiendo en tantas luces.

Nos ha tocado en suerte,

de tierra sólo un puño;

de cielo, todo el cielo.

Inútil es la espuela.

El hombre sigue muerto

y aquí la dura aulaga

corónalo de espinas.

 

La voz inútil queda

sangrando en el espacio,

girando enloquecida

con piedras y reptiles,

con pájaros y huesos.

 

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