CARDONES EN FLOR
Los cardones graves, erguidos,
huraños al tacto acariciador de las manos,
bordean el acantilado
con sus mástiles enhiestos de verdura.
Estos cactus tan severos,
tan verticales sobre la negra lava,
apuntalan de decisión,
de empeño,
cualquier falsa blandura del terreno.
Ellos, saetas ancladas en las rocas,
saben de vaivenes,
de titubeos y desánimos
pero no se rinden.
Esperan.
Confían.
Y hoy, como un milagro,
entre las ariscas púas protectoras
ha florecido, golosa de abejas,
la miel nevada de su flor,
la blanca algarabía de su sueño.