Pedro Álvarez de Lugo

Convalecencia del alma

El juzgarse los hombres en lo sumo de sus letras, (o en qualesquiera prendas que ennoblece) tan agenos de averlas adquirido, como si se hallassen en los mismos rudimentos, es la ciencia más útil para vencer a la sobervia.

Solo sabe ser grande el que sabe ser pequeño, y sabe solamente ser pequeño, el que sabe ser hombre; saberlo ser, consiste, Valeriano, en saber qué no sabes, aun cuando más aprovechado juzgares que te hayas en letras, o en primores, que ilustran, y que acreditan el ingenio.

Ninguno supo, que supo, que ese conocimiento delirante no le enseñase a ignorarse a sí mismo, de suerte, que en la escuela del conocimiento proprio se le olvidó en las escuelas. Sugetos ay tan sobervios, porque entienden, que entienden, que no ay en donde se hayan, persona alguna, que pueda entenderse con ellos. Entendidos se juzgan con extremo, y en lo que mira a conocerse a sí mismos, se muestra más que desentendido, y por el consiguiente, más sobervios.

El que se haya en la esfera de un juizio tan capaz, que solo ignora que sabe, y solo entiende que ignora; llegó a la comprehensión de la dignidad de hombre, y con ella a la del conocimiento proprio. Por eso Sócrates tuvo la primicia de Docto, porque se juzgó ignorante. Porque llegó a saber que no sabía, llegó a alcanzar lo más que pudo saberse, y lo consiguen todos los que procuran imitarle confesándose ignorantes. Modestia, que acredita de emendido al que imitando a Sócrates, confiesa ser más que todo indocto en el dystico.

Necio, vel si forte scio menesio scire:

Quo scio socratice me scio scire nihil

Esto pues ha sido siempre lo que haze a los hombres dignos del nombre de tales el confesarse poco siendo mucho. Solo se llaman hombres con título más proprio aquellos que no quieren parecerlo, por no ponerse mal con su modestia, y enemistarse conmigo. Los que no lo manifiestan, por no tener a la embidia por manifiesta enemiga, son los que deben con título más justo tener el nombre de humildes; pues huyendo de dar la pesadumbre a la que se deshaze otro tanto, como creen los lucimientos agenos, se la dan a sí mismos, negándose a los aplausos, en que mi ser peligra, y concediéndose al riesgo de que los juzgue por ignorantes el vulgo, que solamente gradúa Doctores a los que son Bachilleres.

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Pedro Álvarez de Lugo
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