Pedro Álvarez de Lugo

Apología soñada contra un juicio dormido

Principio a la Apología soñada

Ya el reloj animado

que debe el ser al cóncavo nevado

que al sol y al alba imita en coloridos

en su hueco escondidos,

digo el reloj, que en horas enlatadas

comienza a dar alegres campanadas,

con las últimas dadas me advertía

que se acercaba el día,

cuando en hora de grana

mezclada en el candor de la mañana

vi que se acercó a mí con blando paso

el soñoliento padre de Fantaso.

Y como en la purpuria hermosa hora

en que brilla la Aurora

(tanto como en las horas anteriores)

no empañan el cerebro los vapores

que forman devaneos

en lo vario Protheos

(o como aquel que un trozo de su frente

dejó en manos del héroe más valiente,

cuya fama apocó torcido lino)

no fue el sueño, como otros, desatino,

no salió por la puerta radiante

que debe su candor al elefante

en el templo del padre de Morfeo

lo que allí vio el empleo

de atención cuidadosa; pues es cierto

que lo que vi soñando vi despierto.

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Pedro Álvarez de Lugo
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