Bartolomé Cairasco de Figueroa

OCTAVAS

«A una dama que no la podía haber»
Ingrata, desleal, falsa, perjura,

inconstante, cruel y fementida,

¿es éste el premio de mi fe tan pura,

es ésta la esperanza prometida?

¿Tan mal se emplea en ti la hermosura?

Como el amor, por ser desconocido,

no me espanto de ti, de mí me espanto,

que a tan frágil pastora quise tanto.

Mas yo haré en mí propio tal castigo,

que pueda ser ejemplo en toda parte:

cruel me sea el cielo y enemigo

si volviere los ojos a mirarte.

A ti misma presento por testigo

si me sobra razón para dejarte,

pues dejas un secreto y firma amante

por otro falso, público, ignorante.

Al son de mi rabel, con que solía

celebrar tu beldad y gentileza,

celebraré de hoy más la tiranía

que das por galardón a mi firmeza:

diré la ingratitud y alevosía,

la falsedad, mudanza y ligereza

de aquese corazón empedernido,

que solo para mí tan falso ha sido.

Ya no te acuerdas, di, cruel tirana,

en aquel dulce mirar en que decías

que no habría en el mundo lengua humana

que explicase el amor que me tenías.

Llevóse el viento la esperanza vana

que con falso mirar me prometías:

a mí me diste un corazón fingido

y el verdadero a otro lo has rendido.

Las tiernas flores deste fértil prado

vuélvanse espinas cuando yo pasare;

las fuentes do viniere mi ganado

amargas siempre el cielo las depare,

si no me pesa por haberte amado;

y plega a Dios, pastora, si te amare,

que nunca tenga un hora de contento,

pues pagaste tan mal mi pensamiento.

¡Adiós, Marcela, adiós!, que ya mis ojos

no irán a verte desde el alta cumbre;

ya no te cansaré con mis enojos,

ni te darán mis cartas pesadumbre.

Ruégote por mis últimos despojos,

por el tiempo que estuve en servidumbre,

que no digas, cruel desconocida,

a nadie que de mí fuiste querida.

Otros textos disponibles

Textos escogidos

Bartolomé Cairasco de Figueroa

DE ESDRUJÚLEA DE VARIOS ELOGIOS Y CANCIONES EN LA ALABANZA DE VARIOS SUJETOS

DE TEMPLO MILITANTE, IV

Compartir