Juan José Delgado

De Los cielos que escalamos

Porque en mí estabas, vienes redundante para ser definitiva

mi noche de sábado.

Queda en paz la ropa de los cuerpos que se alejan. Nada cuelga

ya de la tristeza.

Se abren las colchas y después los labios. Por las cuatro esquinas

rojas cabalgan las excitaciones.

 

Y las sábanas desbocadas caen por uno de los bordes del silencio.

Y todos los poros cantan gemidos en aquel tramado paraíso.

 

 

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