Juan Marichal López

Lección de clausura del IV Congreso Internacional de Estudios Galdosianos. Actas de IV Congreso de Estudios Galdosianos

Mi propósito es, por el contrario, apuntar en qué medida Galdós puede ser visto como un paradigma humano por el canario de hoy, de esta hora, y también del mañana insular.

Por supuesto, los lectores canarios que quisieran hacer de Galdós un predicador de nacionalismo o siquiera de regionalismo, se sentirían inmediatamente defraudados. No es Galdós un José Martí, el héroe cubano, ni tampoco lo que significa para Cantabria su íntimo amigo Pereda, o lo que representa para el pueblo galaico su admirada, en más de un sentido, Doña Emilia Pardo Bazán. En suma, Galdós evitó cuidadosamente, y no era fácil lograrlo en la España de su tiempo, caer en lo que podríamos llamar intención regionalista.  Que yo sepa, apenas hay páginas de Galdós sobre estas islas y las que pueda haber me atrevo a calificar de inconsecuentes, porque es manifiesto que Galdós aspiró, sobre todo, a ser un fabulador universal. Y no hay ninguna duda de que lo consiguió, como atestiguan lo Congresos Galdosista celebrados aquí y en otros lugares de la geografía hispanista del Planeta. Es más, si la España del Siglo XIX como potencia europea, hubiera tenido las fuerzas de la época de Cervantes, Galdós habría sido reconocido más allá del Pirineo como lo que es en verdad: El otro Gran Maestro de la ficción española, aunque puede decirse sin exageración ni arbitrariedad que, poco a poco, Galdós va ganando terreno, va ganando lectores fuera de las fronteras lingüísticas del castellano.

Más ¿qué encuentra en Galdós, hoy, un novicio lector canario que le lea atraído sobre todo por el afán de enriquecer su propia conciencia, algo difusa aún, de su condición insular? Todos sabemos que no podría ser una especie de autorretrato ya que Galdós, como Cervantes, apenas se revela en sus novelas, Es más: no sería arriesgado mantener que quizás no haya habido en la época moderna de la literatura castellana un caso comparable al suyo en cuanto a la carencia completa de narcisismo ni cosa que se asemeje.  Un maravilloso escritor francés, Alain Fournier, desaparecido misteriosamente en la Primera Guerra Mundial, daba el siguiente móvil de la creación fabuladora: “Se faire i’âme des autres”; hacerse el alma de los demás. Y ¿no sería esta la definición también de la motivación creativa galdosiana?  En suma, la lectura de Galdós para cualquier lector del mundo entero nos saca de nuestras casillas egoístas y  nos pone en el lugar de los  demás.  He ahí lo que ante todo realiza magistralmente Galdós: SER los demás, Ver la vida y el mundo desde el otro.

Esa capacidad fabuladora, despersonalizante en cuanto al autor, mucho me temo que brille por su ausencia no sólo en los jóvenes narradores actuales de las Islas, sino asimismo en los de la Península. Aún más, el egotismo egoísta es quizás el rasgo más tristemente destructor de la llamada civilización occidental en estos días. (…). La lectura de Galdós, me aventuro a sugerir, podría ser, amén de divertida, un ejercicio de visualidad solidaria en una sociedad crecientemente fragmentada. por no decir deshumanizada. Algunos de ustedes me objetaría de inmediato diciendo que estoy predicando a convencidos, pero que muy otra sería la reacción de profesores que hayan  intentado persuadir a sus alumnos de Bachillerato del mérito literario de Don Benito y del placer de leerle. jMenudo rollo!, dirían probablemente los no tan hipotéticos alumnos isleños. Aduciré ahora el testimonio de un lector delos Episodios Nacionales muy contrario a lo que acabamos de apuntar. Hace algunos años, en una de mis frecuentes visitas a Méjico y a la casa de Octavio Paz, observé un cambio en la biblioteca del gran escritor mejicano.  En un lugar prominente ahora se hallaba una librería idéntica a algunas españolas del siglo pasado que yo había visto en casa de parientes con los Episodios Nacionales en una preciosa edición ilustrada y encuadernada en pasta roja y gualda. Al manifestar a Octavio Paz a la vez alegría y sorpresa al ver allí los Episodios, me relató que al morir su madre, se había traído íntegra la biblioteca de su abuelo Don Ireneo Paz; un destacado general liberal en tiempos de Juárez, autor de muy interesantes novelas históricas y de unos versos muy malos.

Y en aquella biblioteca, el niño Paz había leído todos los Episodios Nacionales, [lectura que] debe ser obligación en todas las islas de esta Comunidad Autónoma. (…). Quisiera subrayar que con la lectura de los Episodios Nacionales aprenderían los escolares canarios a respetar la Historia Patria del siglo XIX, tal como la veía Galdós. O sea, el adelanto continuo de la civilización liberal en España toda. (…)  Porque la historia española del siglo XIX muestra el esfuerzo hecho por muchas personas de buena voluntad y de fe en el destino histórico de su nación en la construcción de un estado moderno fundado en los principios de Ia Revolución Francesa que hoy llamaríamos Derechos Humanos. Hubo muchos obstáculos, aparte de los llamados tradicionales. Se vertió inútilmente mucha sangre hermana, actuaron también los signos incoercibles que se encuentran en todos los países. Pero los españoles pudieron mirar hacia atrás en 1900 y decirse que mucho se había logrado en el adelanto de la civilización en España.  Este sentimiento de satisfacción mesurada lo tenía Galdós contemplando la propia obra que había sido, en verdad, un agente civilizador de su Patria. Y en nuestros días cuando abundan los detractores de la vida colectiva española, es verdaderamente imperativo que la juventud española sienta en las páginas de Galdós un incentivo a continuar la historia de su nación. (…)

Quisiera volver ahora a la cuestión inicial de mis palabras sobre un retorno efectivo, aquí y en la Península, a la lectura de Galdós y en particular a los Episodios Nacionales. (…) Del mismo modo yo diría que la lectura de Galdós enseña el  amor a la libertad que tanto costó a los liberales españoles del siglo XIX. Valle Inclán trata con su pluma esperpéntica algunos episodios de los narrados por Galdós, pero de su lectura no se puede decir que enseñan el amor a la libertad. En suma, la furia ética, tan española, de Quevedo y de Valle Inclán, revelan fielmente lo que fueron sus penurias y algunas claves de sus épocas respectivas, pero no constituyen documentos históricos fidedignos.

Galdós no pretendía, por otra parte, ser historiador profesional y su erudición era a veces escasa, pero intuía, con pasión también muy española el sentido de la historia del siglo XIX, el progreso creciente de la España liberal. Galdós enseñaba ayer, enseña todavía, a amar la libertad. Más hay en Galdós una actitud humana que constituye también lo más profundo de su arte novelesco, muy particularmente para nuestros días; muy urgente. Me refiero al sentimiento de compasión profunda que hay en Galdós para todos, absolutamente todos los seres humanos. Y ese sentimiento es el que hace de Galdós el autor español más cervantino de los dos últimos siglos. Creo que en nuestro tiempo es particularmente necesaria la compasión comprensiva que muestra Galdós en toda su obra de ficción. Y no sería arbitrario ver en su actitud una cierta raíz canaria y un complemento del sentimiento de tolerancia propio de la población dc estas islas en materias ideológicas y religiosas. (…)

Otros textos disponibles

De TEORÍA E HISTORIA DEL ENSAYISMO HISPÁNICO

1957
TEORÍA E HISTORIA DEL ENSAYISMO HISPÁNICO, SEIX BARRAL, 1957

De EL SECRETO DE ESPAÑA. ENSAYOS DE HISTORIA INTELECTUAL Y POLÍTICA

1995
EL SECRETO DE ESPAÑA. ENSAYOS DE HISTORIA INTELECTUAL Y POLÍTICA. MADRID, TAURUS, 1995.
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