En los primeros siglos de la colonización y evangelización de Fuerteventura se erigieron numerosas ermitas, fundamentalmente en el entorno de los pueblos de Betancuria, La Vega de Río Palmas y el Valle de Santa Inés.
Junto a los límites de aquel espacio tuvo su asiento el templo en honor de Santa Catalina Mártir, de cuyo testimonio sólo se conservaba el topónimo del llano situado al oeste de la Villa de Santa María de Betancuria (antigua capital de la isla).
A su libro de fábrica se refiere esta obra. Es la transcripción de un documento que sobrevivió a las incursiones berberiscas de finales del siglo XVI que nos ofrece noticias de visitas eclesiásticas, de cuentas sobre rentas y gastos, de tierras, etc., para un periodo que abarca desde 1565 hasta 1731.