La Academia Canaria de la Lengua, institución que tengo el honor de presidir, lamenta profundamente el fallecimiento de Manuel Alvar Ezquerra. Manolo Alvar, así lo conocíamos sus amigos, era hijo de Manuel Alvar López, reconocido dialectólogo a quien tanto debe la dialectología canaria. Manolo, como su padre, fue siempre un incondicional defensor de la Academia Canaria de la Lengua, y con ella colaboró en numerosas ocasiones, razón por la que en el pleno celebrado el 22 de marzo de 2019 se le propuso como Académico Honorario, propuesta que resultó aprobada por unanimidad en la reunión plenaria de octubre. Nos había comunicado en cariñosa misiva su aceptación, y tenía prevista la lectura de su discurso de ingreso (nos consta que ya elaborado) en los próximos meses; acto que esperaba con gran ilusión.
Fue profesor y catedrático en distintas universidades, últimamente en la Complutense de Madrid, de la que era profesor honorario. En mayo de 2018, sus amigos y discípulos le rendimos un merecido homenaje al que asistió una nutrida representación de nuestra Institución. En las actas, recién publicadas, figuran colaboraciones de varios miembros de la Comisión de Lexicografía.
Manolo Alvar era acreedor de un reconocimiento internacional en el campo de la Filología y, sin lugar a dudas, uno de los especialistas más destacados de la Lexicografía española, tanto en su vertiente teórica como en la práctica.
Fue un gran honor tenerlo ya como un miembro más de nuestra Academia y poder haber disfrutado de su amistad, pues Manolo “más que un hombre al uso que sabe su doctrina”, era –permítanme que haga míos estos versos de Machado— en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Manolo se ha ido pero nos deja una extraordinaria herencia, intelectual y afectiva, y son tantos los recuerdos, los buenos recuerdos, que solo se me ocurre una sencilla alusión al título de su último libro, Lo que callan las palabras.
Descansa en paz, querido amigo.