Félix Francisco Casanova

DE EL INVERNADERO

EL INVERNADERO

1

Hiedra ya aurora,

muerta de frío en las oscuras galerías

y en el fleco de una noche

atrapada, fresca en la piedra

del color de la carne, encendida,

casi aire. En la gruta gime

la lluvia, no profunda y al mismo tiempo

helecho y coral,

boca y pasto,

yerba rojiza al olor

de mis pasos.

2

El invernadero apagado, las

flores palpitan con los ojos abiertos,

vestiglos morados en la sangre frondosa

del cementerio. Los ceremoniosos

pájaros cuelgan de las torres, sus

trinos son tiernas navajas, espejos

esféricos, lagos donde las lluvias paren

mohosos sueños,

los mármoles tiritan, en

el reloj longilabros detienen la hora

que está por llegar, risa de hienas,

el incienso enrojece

las madrigueras.
EL ZARZAL
3

(El cielo de las lluvias)

Oídme, hijos de yubartas de tierra,

con el callista a mis pies

arrancándome la costra de sol,

los gálbulos en las ánforas y

las flores de ataúd.

Soy un cuerpo de papel,

dormido en el arcón junto a

huesos de mariposa, gilbas camisas

de las Antillas. Deszúmame,

dócil miruello,

tocante y menudo.

El aire me golpea

con morro de delfín,

por eso os digo:

no busquéis mi dolor en las auroras,

escudriñadlo en los hilos de mi

osamenta.

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