La creación del Museo Canario en 1879, gracias a la iniciativa del doctor Gregorio Chil y Naranjo, llevó aparejada la edición de una revista que funcionara como altavoz de las actividades realizadas en la entonces neonata Sociedad Científica. Efectivamente dicho proyecto ya estuvo presente en la mente de aquellos lúcidos hombres, pues en la reunión de la junta directiva celebrada el día 25 de octubre de 1879 se decidió la creación de dicha publicación. Para mayor agilidad se nombró el primer consejo de redacción formado por Agustín Millares Torres, Gregorio Chil, Andrés Navarro Torrens, Amaranto Martínez de Escobar, Felipe Massieu Falcón, Juan Padilla y Víctor Grau Bassas como administrador.
La revista fue creada en 1880, saliendo su primer número el 7 de marzo de ese mismo año, con artículos de algunos de los fundadores de la institución como don Gregorio Chil, Agustín Millares, Domingo J. Navarro, primer presidente, Agustín Millares Cubas, Amaranto Martínez de Escobar, entre otros. En ellos se recogían distintos temas relacionados con la antropología, la prehistoria de Canarias, noticias de viajes y poemas de distinto formato. Este número y los siguientes se editaron en la imprenta “La Atlántida”, propiedad del propio Museo, con un coste de impresión de 600 reales al mes.
En este primer número el “Sr. Mauricio” exponía cuál era el objeto que en principio perseguía la edición, que no era otro que convertir tal propuesta en una Revista de Ciencias, Artes y Literatura, y así señalaba que la revista sería quincenal y pretendía convertirla”…en verdadero cajón de sastre, donde iré depositando noticias de venturas y de desgracias, de penas y de alegrías, de placeres y dolores”.
Durante su existencia la revista ha conocido distintas etapas y vicisitudes en función de las penurias económicas que ha ido arrastrando la institución. La primera etapa dura entre 1880 y 1882, periodo en que se fue publicando sin interrupción y de manera quincenal. Los artículos editados en estos dos años fueron ampliando la temática iniciada y añadiendo nuevos colaboradores que editaban en sus páginas sustanciosos artículos relaciónalos con las Islas Canarias y su entorno, sin faltar la sección dedicada a literatura, con la edición de textos y poemas, aunque eran constates y continuados los trabajos relativos a la arqueología y etnografía de las islas.
La incorporación de nuevos editores hizo que el abanico temático se fuera ampliando, incluyéndose incluso en uno de sus números la celebración del segundo centenario de la muerte de Calderón de la Barca. Esta primera etapa terminó el 22 de julio de 1882 con la edición del número 57. Las razón para la supresión de este órgano de expresión de El Museo Canario fue la escasez de medios económicos de la institución, causa que obligó a los responsables la institución a suspender su edición en dicho año, a pesar de que ya estaban maquetados los textos, motivo por el que el número 58 no vio la luz.
Los originales que quedaron en suspenso fueron aprovechados para dar continuidad a la revista con el número 58, que se publicó el 7 de enero 1889, tras superarse las dificultades financieras, con un editorial de Luis Millares, como director de la revista, titulado “Otra tentativa”. Este impulso fue posible merced al entusiasmo y a la acertada gestión de don Teófilo Martínez de Escobar, gracias a lo cual se disfrutó de cierta prosperidad por el apoyo de la ciudadanía y de la protección oficial. En este periodo que se mantiene hasta 1905, la temática se va ampliando a otros campos del conocimiento. Esta etapa finaliza con la edición del número 193 en septiembre del año 1905, por nuevas dificultades financieras.
Entre esta etapa y la siguiente pasó un largo período de tiempo, para volver a reaparecer en el año 1933, gracias ahora a la iniciativa de su Junta Directiva, que desde 1930 intentaba relanzar todo aquello que diera prestigio a la Sociedad Científica. Ahora bajo la dirección de don Agustín Millares Carlo, con el apoyo económico del Cabildo Insular, inició su nueva andadura, aunque su duración fue corta, pues en 1936 deja de editarse, dejándose tras de sí la publicación de ocho números. El primer número que se publica, ya con carácter trimestral, se inicia con una advertencia y con una aspiración: que en ella tuvieran cabida todos aquellos trabajos concernientes a la historia, arqueología, antropología, y etnología de las Islas Canarias, con criterio rigurosamente científico, junto con una sección de Miscelánea y otra de documentos, más las reseñas y un registro bibliográfico, para inventariar la producción tanto de los isleños como de los extranjeros que tuvieran como fin divulgar y dar a conocer todo aquello que tuviera que ver con Canarias. Uno de los más destacados colaboradores de la revista en esta época fue el Director del Archivo Canario de Viena, el doctor Dominik Josef Wölfel.
A este periodo le sucede la última y cuarta etapa que se inicia en el año 1944, con periodicidad trimestral, comenzando el primer número de esta época en enero del citado año. Ahora la responsabilidad de dirección de la publicación recae en el periodista Eduardo Benítez Inglott, aunque es muy posible que detrás de él estuviera la mano de don Agustín Millares Carló, ahora exiliado. El plan y distribución de las secciones de la revista mantiene el de la época anterior, incorporándose a la misma una pléyade de notables autores de distintas universidades del país, y en especial de la Universidad de La Laguna, así como de los intelectuales canarios de la postguerra. Durante estos años fue incorporada la edición al “Patronato José María Quadrado”, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A Eduardo Benítez sucedió al frente de la revista Simón Benítez Padilla, que fue a la sazón Presidente de la Sociedad Científica, quien se mantiene hasta 1955, en que asume de nuevo la dirección de la Revista don Agustín Millares Carlo, actuando de secretario Manuel Hernández Suárez, y contando con un comité científico conformado como Consejo de Redacción, integrado por José M. Alzola, Juan M. Díaz Rodríguez, Juan Bosch Millares, Juan Rodríguez Doreste y Lothar Siemens Hernández, al cual se incorpora posteriormente Juan A. Martínez de la Fe. Fallecido don Agustín Millares, asume la dirección Manuel Hernández Suárez, que mantiene la edición bajo los mismos parámetros, donde destacaban los artículos relacionados con la Prehistoria, Arqueología e Historia de las islas.
A partir del año 1992 asume la dirección de la Revista El Museo Canario el profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Manuel Lobo Cabrera quien, asesorado por un comité científico de universitarios, mantiene en pie la publicación hasta que, por razones económicas, como antaño, deja de editarse una de las publicaciones más importantes y señeras del archipiélago canario.
La edición de este órgano de expresión de una de las instituciones más destacadas dentro del campo de la arqueología y de la historia, sin menoscabar otros fondos de interés que alberga en sus instalaciones, sirvió como una bocanada de aire fresco para la sociedad canaria, no solo por el conocimiento que transmitían sus páginas, sino también porque permitió la edición de artículos comprometidos en una época donde la censura estaba a la orden del día. La revista no solo sirvió para editar artículos, sino también para homenajear a destacadas figuras que mantuvieron con tesón el espíritu legado por aquellos intelectuales que en la segunda mitad del siglo XIX apostaron por el patrimonio canario.