Los textos de Mazzini se hallan repartidos en un gran número de periódicos y revistas isleñas y extrainsulares de la segunda mitad de aquella centuria.
Por lo que concierne a la poesía, la inspiración de Mazzini no sólo se contuvo entre los límites de una escritura convencionalmente «seria», sino que se desbordó en la ingeniosa composición de logogrifos y charadas en verso, refinados entretenimientos de la época. Pero también satisfizo otros aspectos de la creación; algunas de sus prosas desbordan el interés literario para aproximarse a las corrientes científicas del momento, aspectos que, junto al de las traducciones de textos ajenos, indician unas necesidades económicas presumibles y, en suma, la difícil profesionalidad de la mujer escritora. No llegó a recoger su obra poética en un volumen. Lo conservado de ella permanece ―de momento― en la prensa periódica.
La obra de Mazzini protagoniza la transición entre el romanticismo y el realismo; de una parte, se desenvuelve en meditaciones y fantasías, de otra, en fábulas. Su ánimo parece complementarse con la libertad imaginativa del pensamiento que sueña y la voluntad didáctica, desde el asentamiento crítico ante lo que se sabe irrealizable. Hay, en distintos momentos de su obra, una «retractación» del pensamiento que le es más próximo, el romántico, en favor de los pronunciamientos que, al hilo de la Ilustración, han venido conduciendo la idea del Progreso, acaso porque así conviniera al tiempo y al lugar en que escribe Manzini, ya que, tratándose de Canarias, urgía aquella función educadora a la que asimismo con anterioridad habían atendido los empeños de José de Viera y Clavijo y Graciliano Afonso.
El siglo XIX ofrece un rico y variado muestrario de actitudes contradictorias; de esta aseveración no escapa, en efecto, la conducta intelectual de doña Ángela, en quien se concilian la ortodoxia religiosa y el pensamiento liberal y progresista. El momento expresivo de mayor tensión ideológica corresponde al del Sexenio Revolucionario, momento en que su escritura aglutina términos tales como «Cádiz», «Constitución», «República», «Monarquía»…; esta época tampoco podía desentenderse del alegato de los «Derechos de la mujer», en afinidad beligerante con los escritos pro-feministas de Gómez de Avellaneda, Concepción Arenal y Carolina Coronado, entre otras. De sumo interés es el «Prólogo» que Mazzini puso al frente de la edición de las Poesías de Manuel Marrero Torres (1823-1855), en el que, entre otras aseveraciones, se sostiene que el poeta se sabe un «errante peregrino» en el mundo y «se asemeja a aquellas aves de paso que van a suspender sus nidos en las cumbres que más las acercan a Dios».
El estilo rinde tributo, como antes quedó sugerido, a dos sistemas expresivos; de una parte, el del romanticismo, de otra, el del realismo y, por ligero desequilibrio, se ve favorecido el segundo. No hay normas que transgredir, y las que hay que aceptar son de orden religioso y de imperativo social. El tema del Ubi sunt (y, consiguientemente, del destino), reactualizado por los románticos, está ciertamente presente en muchos poemas, pero no hay que olvidar que tuvo su origen en el mundo clásico. El simbolismo fónico a la manera de Espronceda es en esta poética una reminiscencia eventual: «¡El huracán de indómitas pasiones…»; ¡ «Brama la tempestad/ rugen los vientos…»). El asunto de lo «misterioso» es tratado por Mazzini en forma de contienda entre la inspiración poética (bulliciosa algarabía del ser) y la realidad, o de discordancia entre el alma y los sentidos, según se lee en los poemas titulados «La Visión» y «Una voz secreta», y aunque en ambos son rastreables las huellas becquerianas, las suspicacias en torno a la Verdad o al origen de la Poesía surgen de una mentalidad ya ganada por el cientifismo.
Las estrofas de que se sirve Mazzini son de procedencia clásica: cuarteto isomético de endecasílabos (de rima cruzada y abrazada) y aun de tetradecasílabos); cuarteto-lira; quinteto; octavas reales; décima, etcétera; pero así como no practicó ―parece― la combinatoria del soneto, tampoco se sintió atraída por el uso de la polimetría. Entre sus prosas, algunas afrontan el misterio de la creación poética.