AMOR, VERANO, AMOR
I
Hoy hace ya tres mañanas
que te marchaste de aquí.
Tu casa está en la montaña,
pero muy cerca del mar,
enorme dado en esquina
(mitad sombra, mitad sol).
Una mañana de julio
bajarás por esta senda
con los cabellos al viento
y volandera la falda
por la marcha de tu muslo
como una nueva Victoria.
Y tu voz, con claro acento,
amante, dirá mi nombre,
me dará los buenos días
lo mismo que hace muy poco,
cuando era mío este mar
desde la luz de tus ojos
con una vela de barco
amarilla, de verano.
Hoy hace ya tres mañanas
y nadie me dice cuándo,
Benilde, recordarás.
XIX
Tu melena acerada
volcaba los luceros
en fantástico arco
abierto en tu cabeza.
Y es que en esos momentos
eras gótica virgen
de dorada madera.
XX
Una tarde en los Picachos
saltamos sobre una roca
-isla verde del amor-
y náufragos nos sentimos.
Tú quedaste pensativa;
yo en silencio te miraba.
Y nuestro largo deseo
era un sueño sin palabras.
(Cinematógrafo mudo
de nuestra infancia querida.)
Se borraban los Picachos
y la tierra, tan cercana,
y cuando nos vimos solos
nos abrazamos muy fuerte
y desesperadamente.
El amor nos sostenía
sobre el mar y bajo el cielo,
sin nacer el pensamiento
de alguna superación.
Una altísima palmera
descolgaba las estrellas,
y con ellas te cubrías
-¡oh luminoso vestido!-
de la garganta a los pies.
Un día estabas desnuda
como una Venus antigua.
LA BICICLETA
La carne te voló cuando naciste
fruto de ayuntamiento peregrino
con rueda de fortuna sin destino
y aquel romboide derrumbado y triste
Un mudo tabloide fue el camino
donde loca sin boca tú naciste
con Linder y Charlot Polo y Maciste
novia primera de zangolotino
viento nuevo traspasa tu osamenta
tú traspasas trasero de berlina
con tu dura y osada cornamenta
Hoy caballo del diablo te domina
muchacha ojo de sueño descontenta
mecanógrafa gris de una oficina
MOLINETA ARTESANA DE FUERTEVENTURA
Movible rosa abierta en la llanura
con un ritmo ordenado del celaje
canta la voz del eje de tu altura
señera enjuta planta en el paisaje
Tu alado corazón jamás reposa
tu pie combate horizontal molicie
tú alzas agua de boca tenebrosa
contra el sol y la arena y la
Salta hilillo de plata por tu modo
para dar con la flor soplo de vida
latiendo en tierra huérfana del lodo
ni del mar bajo cielo percibida
Amarilla la luz tierra callada
con secretos de esfinge no sabido
por la aulaga en tu piel toda tostada
por nube residencia del olvido
El hombre busca el agua con su mano
y hace un punto que le hunde muy profundo
mas el brazo del hombre es un gusano
que apenas llega adonde está ese mundo
Y la mano que sangra en la demanda
pierde su tiempo en pos de signo cierto
rindiéndose fatal a cruz que manda
cercano viento seco del Desierto
Tu metálica rosa molineta
muere en el aire por buscar la vida
con fiebre de latido en su veleta
jugándotelo todo en la partida
Mas tu pasión será Fuerteventura
y en su topografía de lagarto
hundida encontrarás nueva ternura
en raíz de la piedra y el esparto
Abrirás esmeraldas en el suelo
por las venas de tu planta abiertas
tu cabeza mirando solo al cielo
ignorará sus flores descubiertas
Y quieta marchas del brazo del viento
abierto tu timón a los cuadrantes
rueda que desconoce el desaliento
revolviendo horizontes más distantes
Alba con nube en tu cabeza roja
promete darte pronto tu retiro
equis de tu esqueleto casi moja
amándote en el tiempo de un suspiro
Y le pides al cielo ¿cuándo ¿cuándo
brazo de lluvia marcará tu dicha
pétalos de tu rosa deshojando
decapitándote con calma chicha
Las Palmas, 1955
CHALET DE O’GORMAN (I)
Las siete de la tarde es rosa incierta
en olvidado campo de agua y viento,
quieto jardín con pinos sin lamento
y una palmera viuda, casi muerta.
Golondrinas de negra línea cierta
que cortan el silencio con su acento
patinan sobre un cielo de cemento,
entre Venus y el faro de la Huerta.
El corazón de Mary, sensitivo,
escribe de las tardes un tratado:
cada matiz de luz tiene cautivo.
Chalet de O’Gorman, de color violado,
en la cercana noche serás vivo
canto de amor y de amistad logrado.